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Un corregidor de ogaño

En el manuscrito del sainete Un corregidor de ogaño se dice que la obra se representó en Piedrahita en 1811. En 1811, Somoza era el corregidor de Piedrahita y los franceses ocupaban la localidad. En el sainete se burla de las dificultades del cargo, pero según Le Gentil hay un ataque tanto a los franceses como a los guerrilleros. Le Gentil ha hecho hincapié en el carácter de sátira política de varias de estas obras, en la línea de Ramón de la Cruz, al que cita en «Usos y costumbres del siglo XVIII».

En Un corregidor de ogaño, el propio Somoza va sufriendo agresiones consecutivas de Avacera (intenta agredirlo), un francés (le da de palos), un guerrillero (le da sablazos), un comisionado de la Junta Central (Ilarión Picatostas, ex-misionero descalzo; le da de bastonazos), y de la propia corregidora.

Si esta obra se representó realmente en el Ayuntamiento de Piedrahita en los Carnavales de 1811, no lo sé. En todo caso se dice: «Gracias, vecinos honrados».

Teatro casero de Somoza

Lomba y Pedraja le concede poca importancia al teatro de Somoza y recomienda pasarlo por alto; «no son intentos formales de composiciones dramáticas; son chocarrerías o juegos literarios con que el poeta divertía sus largos ocios del pueblo» (1904, LV). Son efectivamente piezas sin desarrollar, bosquejos.

«En Madrid y Salamanca concurría frecuentemente a los espectáculos escénicos» (1904, XXXVI)

Pero donde más disfrutaba era en las comedias caseras que hacía representar en Piedrahita, ciostumbre muy extendida entre la burguesía española sobre todo a partir de los años 30. Durante el Antiguo Régimen estas piezas se desempeñaban en teatros privados de la aristocracia, como en La comedia casera, de Ramón de la Cruz. Leonardo Romero Tobar habla de estas representaciones caseras según las cuentan los memorialistas de la época: Mesonero, Zorrilla, Nombela, 249-50). Bretón de los Herreros decía en 1831 que «una comedia casera es por sí diversión tan inocente como decorosa; que en madrid las ha habido estos últimos años muy brillantes en todos los sentidos» [Correo literario y mercantil, 2.09.2831]

Dice Lomba que sus sobrinas -hijas de su hermana Ma. Antonia- tomaban parte en las representaciones, junto a muchachas amigas de Piedrahita o de Salamanca, y chicos de familias acomodadas. Supone Lomba que Cecilia Núñez actuaría también. Afirma que Somoza era incansable en dirigir los ensayos, con todos o uno a uno yq ue ponía mucho empeño en el lucimiento. Cierta vez una de las figurantas, muy jove, se le trabó la lengua, se atolondró, se le olvidaron los versos y se echó a llorar en medio de la obra. J. S. pilló una desazón de varios días.

Las representaciones eran en su casa [hoy c/ Jesús, 5] que es una de las que desembocan en la plaza principal del pueblo. El escenario era un gabinete y el público se acomodaba en la sala en sillas. El telón eran las dos hojas de una puerta. Alguna vez para tener más concurrencia se trasladó el espectáculo al Ayuntamiento [Carnaval, 1811]

Noticia biográfica (1839)

Este texto aparece por primera vez en las pp. 687-703 del tomo II de la Biblioteca de Escritores Españoles Contemporáneos (París, Baudry) de Eugenio de Ochoa -que trabajaba en París para Baudry desde 1838. El tomo I había aparecido en 1840.

Fue escrito en Piedrahita en 1839.

Hay una carta de Paula del Acebal y Arratia (1847) que puede servir para datar el vol. II de Baudry en 1847, siendo Ochoa administrador de la Imprenta Nacional, y trabajando para Baudry también. Es posible Ochoa consiguiera el texto a de Pacheco y Masarneu o Paula del Acebal y Arratia.

Los Acebal y Arratia

Somoza tuvo amistad con ellos, especialmente con Paula del Acebal y Arratia de Huet -casada con José Ma. Huet. Paula tuvo manuscritos de Somoza que le dejó a a Vicens. Huet le dejó también estudiar originales al Marqués de Valmar.

Juan Antonio Hernández de la Herguijuela tuvo también manuscritos de Somoza.

Editores liberales

Somoza editó todas sus obras a partir de 1828, casi con cincuenta años. No pocas, y aún las mejores, llevan fecha posterior a 1840, con 59 años. Y esto no obstante, dice Lomba y Pedraja «es un autor del siglo XVIII». De hecho, Valmar lo incluyó en Poetas líricos del siglo XVIII.

Editores: José Nuñez lo editó en Sevilla, Manuel Calero en Madrid y en Sevilla, Sancha en Madrid, Morán en Salamanca. La Imprenta Nacional lo editó en 1842.

La imprenta del editor Calero fue la que editó en 1834 el famoso folleto satírico de Gallardo «Las letras, letras de cambio» contra el ministro Burgos. Por este motivo, la imprenta fue allanada para requisar los ejemplares y Calero sufrió un proceso. Fue defendido por Salustiano de Olózaga, que hizo un discurso famoso.

En esa misma imprenta de calle del Ave María 2 había publicado ese año Somoza un cuaderno. Calero, Somoza, Gallardo, eran todos liberales que habían sido perseguidos durante la Ominosa, y empezaban a disfrutar de cierta libertad de imprenta tras la muerte de Fernando VII.

Fernando Fortún: «Los viejos amigos» (Reliquias, 1914)

Pasa siempre despacio: va a jugar su tresillo
este viejo humanista, con su larga levita,
que la de don Juan Álvarez Mendizábal imita,
y su pequeña caja de rapé en el bolsillo.

Junto al brasero, envuelto en un humo de espliego,
lee después a Horacio, en un goce inefable…
Todo en su lenta vida es ejemplar y amable,
como en las dulces fábulas del pulcro Samaniego.

A la tarde va al campo, bordeando los rastrojos,
y hace el mismo paseo, oloroso a tomillo,
que harán siempre sus hijos, que hizo siempre su abuelo…

Lee un rato. Y, de pronto, al levantar los ojos,
ve la primera estrella que, al encender su brillo,
le echa una escala mística para subir al cielo.